martes, 10 de enero de 2012

LAS DESIERTAS ABARCAS, DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Por el cinco de enero,

cada enero ponía

mi calzado cabrero

en la ventana fría.

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Nunca tuve zapatos,

ni trajes ni palabras;

siempre tuve regatos,

siempre penas y cabras.

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Me vistió la pobreza,

me lamió el cuerpo el río,

y del pie a la cabeza,

pasto fui del rocío.

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Por el cinco de enero,

para el seis yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.

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Rabié de llanto, hasta

cubrir de sal mi piel,

por un mundo de pasta

y unos hombres de miel.

**

Por el cinco de enero

de la majada mía

mi calzado cabrero

a la escarcha salia.

**

Y hacia el seis, mis miradas

hallaban en sus puertas,

mis abarcas heladas,

mis abarcas desiertas.

*****

Enviado por María.



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